«No existe un yo. No existen diez yo. No existe el yo. YO es tan sólo una posición de equilibrio. (Una entre mil otras continuamente posibles y siempre dispuestas.) Una media de "yo", un movimiento de masas. En nombre de muchos firmo este libro.»
El inconformismo radical y la infinita curiosidad de Henri Michaux lo llevaron a aventurarse como pocos en los confines de la experiencia humana y a traducir esas exploraciones en una intensa búsqueda de los límites expresivos del lenguaje poético. Sin embargo, Henri Michaux no goza todavía de mucho predicamento en nuestro país, a pesar de contar con admiradores tan célebres como Octavio Paz y Jorge Luis Borges, quien tradujo una obra suya.
Su escritura se caracteriza por el relieve y los rasgos peculiares que adquieren el cuerpo y las funciones físicas, la rebelión contra el conformismo burgués -que trasciende la crítica social o política para socavar los mismos cimientos del pensamiento occidental-, así como por la presencia constante de los viajes a través del mundo conocido y de otras tierras extrañamente semejantes a la nuestra, pobladas por plantas y seres monstruosos o maravillosos que comparten nuestras mismas aficiones y pasiones, pero que proceden de la imaginación del escritor.
La noche se agita y Plume precedido por Lejano interior son dos de sus obras más representativas, indispensables para apreciar el espíritu de Michaux en esa conjunción de agresividad y humor, harto sombrío, que desdramatiza la desgarradora soledad e indefensión humanas. De ahí surge ese perfecto antihéroe, comparado a veces con Charlot, que es Plume.