Las estructuras complejas 02013;una bacteria, un ser humano, una empresa comercial, el conjunto de una sociedad02013; no sólo se reproducen, sino que, en general, tienden a mantener estables sus sistemas y sus características más relevantes. Tal vez sea éste el rasgo más definitorio de la vida. Pero la vida es también un flujo de energía y, por lo tanto, está sometida a la segunda ley de la termodinámica, que postula que la energía de los sistemas tiende a la homogeneización y al equilibrio de todas las temperaturas y presiones. ¿Cómo se compagina esta tendencia del universo a la muerte térmica con la proliferación y extensión de la vida?Para Schneider y Sagan, precisamente ese impulso hacia el equilibrio absoluto del que habla la termodinámica se encuentra detrás de todos los fenómenos asociados con la vida, sus orígenes y su complejidad: la evolución de las especies, el sexo, la ecología e incluso la economía. La termodinámica de la vida tiene uno de sus puntos de arranque en las intuiciones que el físico Erwin Schrödinger expusiera en 1940 en su genial obra ¿Qué es la vida? (publicada por Tusquets Editores), y como ésta, marcará un punto de inflexión en la comprensión de nuestro origen y nuestro destino.