En contra de lo que cabría suponer en una sociedad laica como
la europea, todavía se perpetran asesinatos en nombre de la
religión, y en contra de un principio de convivencia tan esencial
como la libertad de expresión. Ante el dolor, la perplejidad y el
miedo que producen estos actos atroces, algunos apuestan por
reforzar todas las medidas de seguridad; otros apuntan al sistema
educativo como única posibilidad de cambio. La propuesta
de este libro es mucho más modesta, ya que se trata de un sencillo
juego: consiste en dejar de lado los tópicos y acercarse al
pensamiento espiritual, es decir, a la conciencia de pertenecer
a un mecanismo quién sabe si infinito.