En El destino del artista, Campbell nos ofrece una compleja meditación sobre las solitarias
exigencias del arte entre las realidades de la vida cotidiana: el autor, utilizando una profusión de
recursos creativos propios del lenguaje del cómic, investiga su propia y repentina desaparición,
buscando pistas en muestras de la historia de todas las artes.
En divertidas reconstrucciones de incidentes de su vida, el papel del autor es interpretado por
un actor, y con audaces juegos literarios, pone palabras en boca de los que le conocen; todos los
intérpretes, incluido Monty el perro, tienen su tira diaria y su página dominical en el amarillento
papel de periódico de un imaginario tiempo lejano.
Eddie Campbell, cuyo estilo literario ha sido comparado con el de Jack Kerouac y Henry Miller,
ha creado en El destino del artista la que posiblemente sea su obra más ambiciosa a nivel artístico
utilizando una amplia variedad de técnicas pero sin renunciar a la cálida humanidad que impregna
sus trabajos.