El día en que un alumno de la Universidad de San Petersburgo demostró que la momia egipcia que estaban estudiando no podía ser ni antigua ni, mucho menos, egipcia, los miembros de una banda de traficantes comenzaron a temblar. Ese fue el motivo de que llegaran los rusos a la ciudad y ese fue el motivo de que trabaran conocimiento con el inspector de policía Germán Bareta, y con su ahijado, Nicolás, que justo por aquel entonces había conseguido su primer trabajo remunerado en el taller de un taxidermista...