Cayetana no había nacido para odiar, pero tampoco para ser sometida. Su identidad vagó perdida por aquella hondonada de miseria y suciedad donde vivió hasta los ocho años. ¿Por qué tuvo que nacer niña?, ¿por qué su hermano la odiaba?, ¿por qué su madre no la quería, ni cuidaba de ella, ni le recriminaba su aspecto desaliñado y sucio como sí lo hacía la tía Petra? La aciaga noche de los terribles sucesos cambió su vida, apareció el colegio y otras personas, se supo perdida, abandonada y sola; el miedo guiaba sus actos. Y sin embargo, en aquel lugar y con aquellas personas Cayetana se reencontró a sí misma, se convirtió en mujer, su vida recobró un sentido que maravilló a todos; pero ganó enemigos. Quedaba un alto precio por pagar.