En la España del Siglo de Oro, la palabra negro era sinónima de esclavo. A principios del siglo XVII las ciudades españolas contaban con una población de raza negra que era el resultado de una nueva etapa en la historia de la esclavitud. El teatro barroco se hizo eco de esta presencia y la explicó al público de las más diversas maneras. Autores y público colaboraban en la creación de unos estereotipos literarios que, con pequeñas variantes, fueron exportados a las Américas y al resto del mundo. Siguen vigentes hoy en la literatura, el cine y la televisión: negros graciosos e infantiles, mulatas que invitan a la sexualidad prohibida, negros santos de alma blanca y defensores del statu quo del Imperio en las armas y las letras. Lope de Vega, como era de esperar, es el artífice de un canon que no sólo reinventa el personaje de la mulata, sino que crea el del santo negro, cuya heroicidad cristiana consiste en aceptar su esclavitud y la superioridad del poder imperial español que lo ha hecho esclavo. Los negros dramáticos del teatro barroco ayudan sólo en parte a explicar las circunstancias de la vida de los negros de carne y hueso de la época. Los negros de la comedia son sobre todo un síntoma de las actitudes de la sociedad nacional española que los engendró. El racismo institucional, las violentas relaciones entre blancos y negros, el miedo a la diversidad y a la mezcla racial, la obsesión por la pureza de sangre o la religión como marca étnica y casi biológica, son algunos de los temas que aparecen en comedias, autos sacramentales y entremeses en los que figuran personajes negros. Baltasar Fra Molinero se doctoró en Literatura Española por la Universidad de Indiana en 1990. Ha enseñado en la Universidad Sevilla y en la de Florida. Actualmente imparte su docencia en Bates College, en Maine, EE UU. Sus trabajos sobre la representación literaria de la minoría negra en la España del Siglo de Oro han aparecido en publicaciones académicas como Hispania, Romance Ouarterly, Afro-Hispanic Review y otras.