Seguro que al gato de Matilda le entusiasman algunas cosas, ¿pero cuáles? Trepar a los árboles, jugar con ovillos de lana? Matilda está convencida de que a todos los gatos les encantan esas cosas, pero el suyo no parece demasiado entusiasmado en ellas. La niña no se desanima fácilmente, así que intenta otras maneras de divertir a su reacio compañero de juegos. ¿Montar una merendola? ¿Disfrazarse? ¿Montar en bici? ¿Y leer un buen libro, uno sobre perros? Mientras el gatito va pasando de la perplejidad al terror, Matilde se siente cada vez más frustrada. Después de todo ¿qué hacer con una mascota si no jugar?