A Carmeta le encanta disfrazarse como algunos de sus muñecos: la superheroína Angelina, el muñeco detective, el pirata, el astronauta o el robot. Carmeta quiere ser como ellos. Cada vez que se viste como uno de ellos inventa aventuras trepidantes gracias a su desbordante imaginación: el sofá del salón se convierte en un barco pirata improvisado, el sillón reclinable, en una nave espacial? Y cuando Carmeta regresa de esas expediciones, siempre encuentra a papá o a mamá esperándola.
Un día, mamá le regala una muñeca que es igual que ella y Carmeta descubre que, aunque no vuele ni viaje por el espacio o surque los mares, está muy bien ser Carmeta.