Carley Wells, a sus casi dieciséis años, no está cumpliendo precisamente con lo que cualquiera esperaría de una niña rica que vive en Fox Glen, la zona más exclusiva de Long Island. Para empezar, ha regresado del campamento de verano para chicas con sobrepeso, al que su madre se empeña en enviarla cada año, sin adelgazar un solo gramo. Por si los kilos de más no fueran suficiente desgracia, su pasatiempo predilecto es tumbarse en la cama y devorar Los anales de Alión, una serie juvenil de ciencia ficción de la que Carley ha visto las nueve temporadas repetidas veces, y, por supuesto, pasar el mayor tiempo posible con Hunter, el irresistible chico ideal, ávido lector, cautivador e inteligente, aquel que todas las madres desean para sus pequeñas y quien, nadie sabe muy bien por qué, ha elegido a Carley como mejor amiga.
Así que cuando su profesor de literatura comunica a sus padres -un nuevo rico que no acaba de adaptarse a las élites sociales y una siempre insatisfecha señora bien que ha depositado en Carley todas sus ansiedades- que su hija no muestra ningún inquietud intelectual, los señores Wells deciden tomar cartas en el asunto. Su solución es contratar una escritora, como quien contrata a un jardinero nuevo, para que cree una novela para Carley y convenza así a su hija de los parabienes de la literatura.
Sin embargo, Carley no es la apática niña corta de miras que todos creen ni Hunter el modelo a seguir que todos imaginan. Y cuando Bree McEnroy, autora de un solo libro sin ningún éxito de ventas, llega a Fox Glen para escribir el libro para Carley, desencadenará con su presencia un estallido de realidad.