«Hay que entender que en España no es de sentido común escribir sin ser una buena persona, porque los libros que pueden encontrarse en las librerías y que incluyen entre sus páginas sexo explícito y provocación gratuita están todos traducidos del francés: Michel Houllebecq, Catherine Millet, Virginie Despentes, Raoul Vaneigem, Ferdinand Celine, Jean Genet... Incluso los autores japoneses más incómodos los traducimos del francés.