Este es el primer libro de Gonzalo Calcedo. Y es un libro de cuentos, género difícil donde los haya. Muchos acometen la aventura de este género, pero son muy pocos los que salen airosos de la experiencia. Gonzalo Calcedo, en cambio, parece sentirse muy cómodo en él, no sólo porque conoce el terreno que pisa, sino porque sabe emplear, de forma aparentemente natural, los elementos literarios adecuados para conseguir «contar para contar otra cosa», diciendo sin decir. No en vano quedó finalista en el II Premio Nuevos Narradores, creado por Tusquets Editores y la Escuela de Letras de Madrid.
Además, Calcedo, que parece haber asimilado con prudencia la sabiduría de los maestros, sabe muy bien que un libro de cuentos debe ser concebido como una creación unitaria. El mismo lo explica: «Este es un intento de vertebrar un texto largo mediante una sucesión de historias en apariencia ajenas unas a otras, sin renunciar a su independencia. (...) La repetición del tono y, en general, del espacio temporal, contribuye a que esta sensación de familiaridad aumente».
La idea que hilvana estos trece relatos es la del viaje, ya sea un viaje largo o doméstico, una excursión placentera o un traslado innecesario, una huida o, simplemente, una visita a un amigo. Cada uno de esos «viajes» representa, en realidad, un viaje interior de los protagonistas, quienes, casi siempre sin saberlo o presumirlo, se verán abocados a una toma de conciencia de su propia realidad, y enfrentados, por sorpresa, a temores, deseos, cansancios o frustraciones que ignoraban sentir. En torno a ellos parece flotar una extraña amenaza, un misterioso enemigo que acecha y que puede provenir de cualquier movimiento en falso, de un fenómeno atmósferico, de una ausencia, de un conflicto familiar o incluso de objetos cotidianos. Los personajes, como presintiendo un peligro, penden siempre de un hilo muy sutil, de algo que está siempre a punto de suceder y que, en la vivencia de un inmanente desamparo, los mantiene permanentemente en vilo a ellos 02014;y, por supuesto, al lector.