«Aquí van sin orden ni concierto», advierte Cunqueiro en su Introducción a este libro, «mis saberes del arte culinario, y de vinos, y también mis invenciones (02026;). Lo que yo quise dar, poniendo gusto en la pluma mía, es un mural de la Cocina Cristiana Occidental, y, en él, ante los platos y los vasos, los hombres que supieron crear, supieron apreciar, y en llegando al punto de perfección de receta, decir sí y sanseacabó02026;»
Difícilmente encontrará el lector curioso más anécdotas entretenidas y lectura más amena y sugerente que esta Cocina Cristiana de Occidente. Pocas veces un libro ha podido aunar tanta erudición, tanto humor y tanto gozo. Descubrimos a través de su páginas que la cultura y la historia del Occidente cristiano es cocina : la austeridad y la prohibición engendran transgresiones, y reyes, guerreros, obispos y poblaciones enteras, desde hace veinte siglos, no han hecho sino desobedecer sistemáticamente las leyes de la templanza y esmerarse en la satisfacción y sofisticación de sus gustos.