He aquí tres historias en las que el lector difícilmente podrá escapar de su irresistible capacidad hipnótica. Un comerciante sufre en África los efectos de una extraña maldición al alojarse en un pequeño hotel en apariencia tranquilo y confortable. Un joven de buena familia decide emplear su tiempo y sus viajes en investigar una casta humana nacida para el mal, perfecta encarnación de lo diabólico. Una anciana suspicaz, temerosa de que sus familiares la ingresen en una residencia, atribuye a un «simpático» moscardón su alteración de rutinas y el reencuentro con viejas compañeras de colegio, con las que revive 02014;¿o transforma?02014; escenas del pasado. Son tres relatos deliciosamente perturbadores en los que, como en las mejores historias de Henry James, las apariciones, los fantasmas o los sueños nos hablan no sólo de las interioridades más recónditas del individuo. También de los cambios irremediables en los que su vida se precipita.