Felix Quinn se autodefine como un hombre feliz. Proviene de una familia de anticuarios de libros y es un bon
vivant «que no podía concebir siquiera la posibilidad de vivir a más de unos centenares de metros de todo lo que
requieren el cuerpo y el alma del hombre: galerías de arte, salas de conciertos, buenos restaurantes, proveedores
de vino y queso, hospitales, burdeles.»
Sin embargo, su mujer, Marisa, le es infiel. Claro que, y ahí está la particularidad que define a Felix, todos
los maridos desean secretamente que sus mujeres les sean infieles.
Felix no siempre ha sido un masoquista. Desde el momento en que lo rechazaron por primera vez en su infancia,
sobrevivir a los efectos destructivos del amor y los celos se ha convertido en objeto de estudio para él, pero
algo sucede mientras que su esposa y él están de luna de miel, algo que lo cambiará todo. De un plumazo pasará
de aborrecer la simple idea de que alguien le ponga la mano encima a la mujer que ama a no poder parar de pensar
en ello... con cierto gusto. Desde ese momento se convertirá en un esclavo de los celos y no tendrá paz hasta que
su mujer lo vuelva a traicionar y después lo vuelva a traicionar de nuevo. Pero, ¿cómo se le puede llamar traición
a eso, si es exactamente lo que él quiere?
En esta novela de humor incisivo, deslumbrante, algo tenebrosa y con un personaje al que el lector acabará odiando
y adorando a partes iguales, Jacobson se consolida como uno de los escritores más interesantes del panorama
narrativo británico.
«Una novela, desnuda, evocadora, audaz.
Su descripción de la obsesión sexual es intimidante, dolorosa y, al final, muy conmovedora.
Un tour de force.»
Harold Pinter, permio Nobel de Literatura.