Una estudiante es acusada de quemar la biblioteca de su universidad en Noruega, aunque ha escapado a Aysén -en el extremo sur de Chile- para enviarle notas de desamor a su pareja mientras escribe el guión de un videojuego donde el lector deberá decidir si los paisajes serán devastados por la industria salmonera, por una serie no resuelta de asesinatos o por un gigantesco incendio. Y, también, si una pareja podría escapar de esa devastación a través del diálogo literario.
Piezas secretas contra el mundo explora las posibles relaciones de amor, sujeción y daño entre las personas y ese espacio completamente abierto que puede ser la naturaleza, el paisaje urbano y también la infinitud de las informaciones electrónicas. Con su arrolladora prosa, elástica y pensante, propone que la mejor literatura es parte de territorios siempre extranjeros, siempre más vastos e insospechados de lo que aparentan en la superficie.
¿Hay otra opción para la novela que enfrentar a Sebald con Lezama Lima, a Faulkner con Borges, a Bolaño con Beckett y a Diamela Eltit con Cormac McCarthy?