El resto de libro es un viaje a través de sucesos destacados por su componente absurdo, cómico o dramático en la vida de Rafa Guerrero. Rafa ha visto pasar la vida desde su banda, desde la línea de cal que demarca el terreno de juego. Se ha cruzado con las estrellas más rutilantes del fútbol mundial, y con algunas de ellas ha trabado una singular relación. Fue capaz de preguntar a David Beckham, cuando iba a sacar un córner en un estadio de Inglaterra, cuál era el perfume que usaba; en varias ocasiones distintas le confundieron con el actor Antonio Banderas y firmó autógrafos y posó ante una cámara como si de él se tratara. Ha visitado más de 50 países a causa del fútbol y guarda recuerdos marcados por el drama, la miseria, o el lujo, que son relatados con tremenda emoción. La miseria de las calles de Lagos, en Nigeria; la pobreza, pero también humildad y gallardía, de las gentes de Tbilisi, en Georgia; el drama descarnado de Belgrado después de los bombordadeos de la OTAN; el derroche de lujo, casi obsceno, de Qatar y los Emiratos Árabes.
Antes de ser árbitro internacional, Rafa Guerrero, en su amada provincia de León, arbitraba partidos de las categorias regionales y en uno de esos encuentros se topó con su padre, que entrenaba a uno de los equipos, y tras una discusión en la banda, le mostró la tarjeta roja y le expulsó, circunstancia que trajo mucha miga familiar, como también se cuenta en “Que llame él”.
La historia de Jalil, el apátrida es conmovedora y escalofriante. La historia de un niño nacido de una familia nómada en los territorios saharauis de Argelia, que Rafa Guerrero adoptó hace 15 años. Un niño que nació medio sordo y con una sola oreja, comía ratas del desierto, bebía agua de las charcas llenas de cieno y al que le arrancaron los dientes, uno a uno, con un cuchillo.
Otras historias son hilarantes, o simplemente absurdas, como la de “El niño que bebía Floïd”, donde se evoca la infancia del protagonista y sus comienzos en el arbitraje, “Así planchaba que yo le ví”, un despiadado relato sobre su actuación en la Eurocopa de Portugal 2004, o “Mi caballo tiene cuatro patas”, la historia del anuncio de Renault que Rafa Guerrero grabó en 2005….
En algunos capítulos, Rafa Guerrero ajusta cuentas con la vida, y con él mismo, y más de un personaje célebre en el mundo del fútbol sale bastante malparado, aunque no existe ningún ánimo de revancha.
No es un libro de fútbol, el fútbol es el eco lejano, una especie de escenario fantasmal, sobre el que van tomando vida todas las historias. Y en cada uno de estos relatos se nota el latido de la pasión. Relatos que, como se cuenta en uno de los pasajes, traen el aroma de la sangre y la miel.