Me llamo Marina, tengo treinta y tres años y mi novio me ha dejado por una de veinte que come medio lacasito al día. Yo soy de las que tienen curvas, aunque estoy intentando quitármelas pedaleando por todo Madrid. Tengo un servicio de cátering de comida casera chic a domicilio y hago el reparto en bicicleta. Antes iba en coche, pero me retiraron el carné después de que me llevara por delante con el Mini la terraza de un Starbucks. Conducir no es lo mío, lo reconozco.
Lo del cátering aún está despegando. Me ayuda mi hermana Silvia y mis amigas Elena y Nuria, y ya tengo unos cuantos clientes fijos. El que no falla ni un solo día es Álex. Es un encanto y tiene un trabajo estable en un banco, y se nota que le gusto, pero… Álex no tiene rollo y yo siempre me pillo por los capullos.
Mis problemas de verdad empezaron el día en que me quedé sin bici, después de que se me cerraran un segundo los ojos y acabara estampada contra el cochazo de un hombre que era como George Clooney en rubio. A partir de este momento, todo ha sido una hecatombe, aunque, bien mirado, no hay mal que por bien no venga, y aunque estoy pendiente de juicio por conducir sin carné y puedo ir a la cárcel, también es cierto que me he convertido en la cocinera de moda y este George Clooney rubio está haciendo que descubra un montón de cosas.