Es un sentimiento que se va apoderando de nosotros a medida que nos alejamos de la Isla; es el sentimiento que debió embargar al místico Tanausú, el último jefe guanche, cuando fue llevado a la península. Es como si el mundo, sin la Isla, empezara a vaciarse, a perder su contenido. Se acentuará tu percepción de las cosas pasadas, que reviviràs mitificándolas: tu perspectiva habrá variado. Tal vez la Isla no se habrá agigantado en tu recuerdo, pero las penínsulas y los continentes se habrán empequeñecido.