13 de junio de 1886. Luis II de Baviera, que había apostado su reinado a asegurarle a Wagner un lugar en el mundo ?una apuesta que hizo correr maliciosos rumores? y a su "manía" a construir suntuosos castillos por Baviera, muere ahogado en las aguas del lago de Stanberg. El día anterior una comisión de la corte de Munich, siguiendo órdenes del príncipe Leopoldo, tío de Luis y aspirante a la regencia, lo habían declarado enajenado mental y trasladado al castillo de Berg, convertido ahora en cárcel y manicomio para el rey loco.
¿Qué ocurrió en las horas que transcurrieron entre su llegada al castillo y su misteriosa desaparición?
Klaus Mann nos cuenta en La ventana enrejada el atormentado monólogo interior de Luis II de Baviera, hasta convertirlo en un alegato contra el discurso de la ciencia y de los poderes estatales, en despiadada burla a la psiquiatría y a la "razón de Estado".