A través de unas misivas rebosantes de carácter
y vida, leídas hoy con el mismo interés con el que pueden
leerse los relatos de Heinrich von Kleist o de E.T.A.
Hoffmann, contemporáneos que recrearon ambientes similares,
el Epistolario de Weimar (1806-1819) revela un conflicto
desbordante de matices psicológicos, el suscitado por dos relaciones
imposibles del futuro filósofo «pesimista».
La de Arthur Schopenhauer con su madre, la
diletante y «optimista» consejera áulica Johanna Schopenhauer
y la relación con Johann Wolfgang von Goethe, provocada por el anhelo
del recién graduado «Doctor en Filosofía» de
atraerse al gran Júpiter Olímpico, como mentor intelectual
y abogado de su incipiente obra filosófica.
Estos tres personajes formarán un triángulo
cuyos vértices enmarcan una historia de emociones encontradas, producto
de unos caracteres harto originales y dominantes pero condenados a no comprenderse.
El marco de la ciudad de Weimar, verdadero centro cultural de la Alemania
romántica, actúa como lazo que une a los personajes protagonistas,
inmersos, por otra parte, en una época histórica plagada
de vicisitudes y cambios cruciales, dentro de una Europa enfebrecida y
abismada en un mar de tempestades.