Cuando el humilde contable Arnolph Arquíloco reúne en su particular ordenación moral del mundo a todas las personalidades que él considera como indiscutibles modelos éticos (el presidente de la nación, el obispo de los neopresbiterianos primitivos, el jefe de la empresa en que trabaja02026;), no puede ni imaginar el cambio radical que un anuncio en la prensa está a punto de provocar en su mediocre existencia. Y es que si el simple y escueto «Griego busca griega» insertado en la sección de contactos matrimoniales le proporciona a una estupenda joven, de repente esta nueva relación le abrirá también las puertas de un modo inalcanzable una horas antes. Sorprendentemente ascendido a director general de industrias Petit Päyssan, y poco después nombrado secretario mundial de la Iglesia neopresbiteriana primitiva, Arquíloco se codeará, a partir de este momento, con todos sus modelos éticos, y pasará, sin saber muy bien cómo, a ser él mismo un pilar de la sociedad.