Este relato está escrito desde la inmediatez de unas muertes familiares que, de nuevo, auspiciaron la difícil disyuntiva de la imposibilidad de entender la muerte y la necesidad de comprenderla. La muerte que viene, la muerte que se espera, voluntaria... Está escrito
para el consuelo, no podría estarlo para ahondar en el dolor que nos separa de esos seres queridos que impregnan con su aura nuestra memoria.