Hubo un tiempo en que corsarios británicos, bucaneros
franceses y filibusteros holandeses eran los
amos del Caribe. Pero poco se ha contado de piratas
españoles como Íñigo Santa Cruz, forzado a convertirse
en caballero de fortuna por una patria que
desampara a sus propios hijos y los obliga a vagar por
el mundo.
En aquella misma época también había tesoros fantásticos
como el de la Dama del mar, por el que
Henry Morgan organizará la mayor flota de filibusteros
jamás conocida, ciudades como Panamá, que
se dicen inexpugnables y encienden la codicia de los
hombres, y mujeres como Elena, capaces de provocar
la pasión y la ternura del corsario más insensible.
El príncipe de los piratas es la historia de Íñigo Santa
Cruz ?llamado Lefthand por los ingleses?, tan falsa
como todas las leyendas y tan cierta como cualquier
historia de piratas.