El interés de Dickens por lo fantástico
permaneció vivo a lo largo de su vida y, a pesar de que ha sido
considerado tradicionalmente como un escritor realista, en los últimos
tiempos se reconoce la importancia de los elementos macabros y sobrenaturales
en su obra, en la cual se lleva hacia un mayor grado de sofisticación
el retrato de la mente criminal, iluminando con ello aspectos hasta entonces
no desvelados de la ficción. Gran parte de los cuentos de fantasmas
de Dickens están intercalados en sus novelas y son referidos
por algún personaje inmerso en la trama; otros fueron publicados
en Navidad, siguiendo la tradición victoriana de ocupar la velada
de Nochebuena escuchando y contando historias de terror y de aparecidos.
En todas ellas Dickens hace cómplice al lector, le sienta
al amor de un buen fuego y le hace beber de las fuentes del auténtico
relato de tradición oral.