Ciudad de contrastes y la ?Ciudad de los Prodigios? que dijera Eduardo Mendoza, sigue fiel a sus principios: sus raíces y su constante búsqueda de modernidad. Y ese afán de modernidad nos ha ido legando las joyas del gótico catalán, con su propia marca; el modernismo inigualable de ese gran plantel de arquitectos de finales del XIX y principios del XX, y entre cuyos nombres destaca Antoni Gaudí, y, ya más recientemente, el replanteamiento de una ciudad que, si siempre estuvo viviendo de cara al mar, se ha abierto a él, tras las reformas de los Juegos Olímpicos.
Barcelona, señorial y humilde, elegante de puertas adentro y discreta en su fachada, una ciudad bilingüe y con una gran variedad social. Una ciudad bimilenaria que muestra en sus vitrinas todo un legado histórico: los vestigios de la Barcino romana, las pinturas románicas recogidas en su Museo Nacional de Arte de Cataluña, el gótico personal que se concreta en su Barrio Gótico, el legado modernista, inevitable recorrido para todo visitante, el museo Picasso, los nuevos barrios surgidos tras la gran reforma de 1992.