Una perfecta armonía entre paisaje, entorno natural, y ciudades y villas de recreo, demostración, una vez más, del buen gusto y mejor saber vivir de los toscanos. Todo parece pensado para armonizar naturaleza y arte, nada rompe el encanto y la armonía natural de una tierra que parece destinada para motivar el sosiego y la meditación.
Sus ciudades, especialmente Florencia, Pisa, Siena y, a veces, Lucca, entran en todos los circuitos organizados por el país, pero profundizando y deteniéndose un poco más habrá que añadir otras muchas: San Gimignano y sus “rascacielos medievales”, Prato y la maravillosa obra de Filippo Lipi, Arezzo y su Piero della Francesca. Y así una y otra vez, tanto en ciudades, pueblos o rincones perdidos, donde siempre encontraremos un riquísimo patrimonio o una simple obra que ya compensará el viaje.