Ninguna ciudad define como Nueva York la esencia de la ciudad moderna, en la que libremente se mezclan universos, razas y culturas y en la que con sólo cambiar de acera parece que se cambia de país, ya que en pocos metros cambian los idiomas, las conductas y hasta el ritmo de vida. Sus museos y teatros, sus legendarios musicales y, en general, toda su oferta cultural, resulta fascinante. A todo eso se añade una amplia oferta gastronómica y la posibilidad de estar de compras durante las 24 horas del día. Del Soho a Sugar Hill, o del Lincoln Center a Wall Street, la sensación de descubrir algo nuevo siempre está presente en Nueva York y esa es una de las claves de su misterio y belleza.