Estamos ante un libro escrito a corazón abierto. La vida de Alejandro López Andrada, uno de los mayores poetas actuales en lengua española, y también sólido novelista, ha sido pródiga en encuentros azarosos y afortunados; en momentos de rara belleza y fulgor y asimismo de honda pesadumbre. Unos y otros tienen cabida en las páginas de esta obra singular, donde el autor de La dehesa iluminada y Entre zarzas y asfalto echa la vista atrás para rescatar su relación con autores renombrados de las últimas décadas como Julio Llamazares, José Hierro, Caballero Bonald o Antonio Colinas; para evocar su niñez en un ámbito rural, agreste, que habría de marcar de manera decisiva su forma de entender el mundo y su propia obra.
Frente al libro de memorias autocomplaciente y selectivo en el recuerdo, López Andrada brinda a toda suerte de lectores, tanto a los más conocedores de su trayectoria literaria como a los que aún no lo son, un texto que conmueve por la autenticidad de lo narrado, por la honda cercanía de su autor, capaz de revelar aquello que tendemos a ocultar incluso a los más próximos. Y todo ello con la maestría de un escritor deslumbrante, que brinda en cada página imágenes y estampas de indeleble huella y aliento lírico.
«Alejandro López Andrada vuelve en Los árboles que huyeron al manantial de la infancia, donde su literatura se nutre de las aguas más puras». MANUEL VICENT
«López Andrada evoca las primeras décadas de su vida y, al hacerlo, consigue revivir el pasado por la vía más noble que cabe imaginar: la de la buena literatura». IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN