Gregor Samsa se despierta una mañana convertido en un horrible bicho. No parece que se trate de un castigo divino, una maldición o un sortilegio, sino simplemente de una transformación, de una metamorfosis, imprevista, instantánea e inexplicable. Múltiples son las lecturas que ha merecido esta obra maestra del siglo xx. Recordemos, sin embargo, que el propio autor leía riéndose el texto a sus amigos. ¿Por qué no dejarse llevar por el humor irreverente de Franz Kafka?