A pesar de que se ha demostrado que las personas empáticas son más felices y se sienten más plenas, la empatía no parece ser una preocupación central en la educación. Prueba de esto es el aumento del acoso escolar y el cyberbullying, por mencionar dos de las consecuencias asociadas a la falta de empatía. Entonces, ¿no deberíamos empezar a educar en la empatía?
Porque, cuanta más empatía tiene una persona, menos utilizará la violencia como forma de resolver los conflictos. Las áreas cerebrales que actúan sobre ambas actitudes se solapan en gran parte, por lo que una puede inhibir a la otra. Se tratan, pues, de dos caras de una misma moneda; la mejor estrategia para reducir la violencia es fomentar la empatía.
Educar en la empatía es el camino hacia una sociedad cooperativa y altruista; es educar en el respeto, la solidaridad y el libre pensamiento. El autor, investigador en neurociencia, explica cómo formar personas más empáticas, a través de pequeñas acciones que podemos realizar tanto en casa como en el ámbito escolar.