Los hablantes en general sienten y piensan que el euskera y el castellano son dos lenguas muy distintas. Este libro, por el contrario, pretende demostrar que ambas se parecen mucho. Hay quien piensa además que esas lenguas no pueden convivir en armonía. No es tampoco ese el parecer de la autora del libro que debe a su madre y a su padre, a su abuela y a su abuelo, todos ellos castellanohablantes monolingües, la experiencia fantástica de ser bilingüe. Por último, son casi todos los que creen que reflexionar sobre las lenguas es cosa de unos pocos locos, y en cierto modo, es así. Sin embargo, esa reflexión se puede aderezar con literatura y cine, con una historia compartida, sangrante o no, con canciones y cultura, y, cómo no, con gastronomía, lo que permite que un viaje reservado y exclusivo se convierta en una ruidosa e inolvidable excursión. Eso esperamos de este libro.