Ernesto cierra por última vez la puerta del apartamento de Hay Nahda, a las afueras de Rabat, donde residía mientras buscaba cerciorarse de qué fue de una exnovia desaparecida, tragada por la tierra de nadie que separa Sáhara Occidental de Mauritania. Vuelve a España sin respuestas, sin certezas que le ayuden a olvidar y seguir adelante, y coincide en el tren de Rabat a Tánger con un matrimonio francés -él de origen marroquí- que hace balance de su vida en común. Llevan cuarenta años casados y sólo ahora Anouar enseña a su mujer los lugares de su infancia, las calles que pisó antes de emigrar a Francia con su familia. Lo hace tras un viaje al enclave fronterizo donde su hermano, médico cooperante, murió en las postrimerías del genocidio ruandés. Sus conversaciones y remembranzas tejen todo el libro.
Horizonte aquí es una novela repleta de hechos que no son ficción, de pedazos de las historias que me contaron migrantes mientras viví en el norte de África, de personajes que tienen por ahí un correlato. Es una reflexión sobre la arbitrariedad de los límites, sobre fronteras, entendidas no solamente como lindes geográficas. ¿No es nuestro propio cuerpo una frontera? ¿No funciona acaso igual la memoria? ¿Cómo establecemos el principio y el fin de algo?