El autor presenta dos afirmaciones congruentes cargadas, ambas, de doctrina historiográfica y jurídica: De una parte, la historicidad de la Nación española, en siete claves: Rechazo del esencialismo o providencialismo; Nación creada en la larga cocedura de una historia contrastada, Ni extemporánea ni contrahistórica, No es una nación fallida, sino potente foco cultural interior y civilizador de medio mundo; que no es el indefinible concepto de Nación de naciones, en tanto que ninguana región tiene cultura e historia ajena a la común, con espesor y densidad propias de nación; que es una nación diversa en tanto que ningún Estado histórico puede ser uniforme en tanto que comportaría imposición neosecesionista y, por último: que el Patriotismo nacional, culto y lúcido, no ha necesitado jamás de nacionalistas pero sí de patriotas. En segundo término, refuta del nacionalismo en el mismo número de puntos: Que los vascones no fueron el pueblo originario del País Vasco pues llegaron cuando ya estaba habitado por diversas tribus; que no existe traza de soberanía originaria en las tribus vascas que surgen bajo sobe