Dos mujeres desaparecidas con cinco años de diferencia. No se conocen, jamás se han visto. Una nació en Salamanca; la otra, en Buenos Aires. Solo les une un nexo: han vivido en el mismo chalé de Majadahonda (Madrid) en épocas distintas. ¿Qué secreto esconde esa casa? ¿A quién pertenece? Eduardo cruza el mundo para descubrirlo y encontrar a su hermana Adriana, pero su rastro se pierde en ese chalé, en marzo del 2015. El de Liria, la dueña, también: nadie la ha echado de menos en los últimos cinco años, aunque alguien se ha encargado de pagar sus recibos y de manejar su cuenta bancaria.
Bruno, el casero, tiene explicaciones para casi todo: Liria, su tía, se ha mudado a Ávila, y su inquilina ha huido con un novio. Sin embargo, la Guardia Civil detecta el eco de la falsedad y del olor a óxido de la sangre. En el garaje encuentran una picadora industrial de carne, un objeto arrinconado que oculta en su mecanismo simple respuestas devastadoras: ADN de las dos mujeres.
Bruno sufre esquizofrenia paranoide y se convierte en un doble asesino, un criminal pulcro con una doble vida. Pero… ¿y su enfermedad y esa hermandad de la ER a la que dice pertenecer que lo persigue día y noche? Sin medicación y sin freno todo es posible en un brote de un enfermo mental. El «chalé de los horrores» es la prueba.