Para seres como nosotros, estar en la realidad es adoptar perspectivas. Y adoptar perspectivas siempre requiere tiempo. El tiempo es inseparable de la perspectiva. Si nuestra experiencia consistiera en destellos fugaces de conciencia, no tendríamos ningún mundo ante nosotros, ninguna posibilidad, ninguna idea. Tampoco existiría ningún nosotros ni vosotros. Nunca habría un tú. Seguramente, ni siquiera sería posible un yo. Sobre esto trata el libro que ya estás leyendo. Un libro de aspectos. Un libro de filosofía. Pero sobre todo, un libro de preguntas. ¿Cómo hablamos del tiempo? (Cap. 1), ¿Qué justificación tienen los contenidos de nuestras perspectivas? (Cap. 2), ¿Hasta dónde llegan las relaciones entre las perspectivas y el tiempo? (Cap.3), ¿Cómo tratamos narrativamente el tiempo, por ejemplo en las series de televisión? (Cap. 4), ¿Accedemos a la realidad o acaso la construimos? (Cap. 5), ¿Es posible que vivamos en una gran simulación? (Cap. 6), ¿Existe realmente un tiempo que fluye? (Cap 7). Para seres como nosotros, existir es sentir el fluir de nuestra experiencia.