Vivimos en una época en la que la gran explosión demográfica, la globalización, la pobreza rural y la urbanización han cambiado el modo de producción y consumo de alimentos. Así mismo, en los últimos tiempos, tanto en los países desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo el incremento de las grandes extensiones de monoproducción agrícola y ganadera, destinadas principalmente a la industria y a la exportación, requiere de una gran cantidad de recursos tanto de tierra como de agua. El transporte de los alimentos, por su parte, incrementa sobremanera la huella de carbono de nuestro consumo. La preocupación por las dietas sostenibles ha ido en aumento en los últimos años. Modelos como el de la dieta mediterránea, basados principalmente en recursos vegetales, se han convertido en paradigma de lo sostenible y de lo local. Sin embargo, la sobreexplotación del territorio para generar los productos de dicha dieta ?principalmente para su exportación? y una excesiva especialización de dichas producciones, pueden llevar también a la transformación y al desplazamiento de lo local, a