Cansado de no tener amigos, Cornelius Bloom decidió construirse uno. A pesar de ser solo un niño, se le daban muy bien las ciencias, en especial la robótica, así que se propuso fabricar un amigo mecánico que le riera todas las bromas y que estuviera siempre dispuesto a jugar con él sin exigirle nada a cambio. Él estaba convencido de que no caía bien a sus compañeros de clase porque era muy inteligente, más que todos ellos juntos. Se equivocaba, al menos en parte. Era cierto que no les caía bien, pero no porque fuera muy listo, sino porque era maleducado, bruto y carecía de empatía.