Castillos medievales, aldeas de calles adoquinadas, ciudades cautivadoras y playas doradas: vivir la experiencia lusa puede significar muchas cosas. Historia, buena comida y paisajes idílicos son solo algunas de las razones para enamorarse de Portugal. Para encontrar muchas más hay que explorar las playas escondidas a lo largo de la Costa Vicentina, dar pintorescos paseos por la Serra da Estrela y vagar por los rincones menos concurridos del Alentejo, un lugar mágico para descubrir el alma tradicional de Portugal. Y por encima de todas ellas, son los propios portugueses los que hacen que este país sea tan especial. Pese a su apariencia arisca, pura fachada, se cuentan entre las personas más amables y cálidas del mundo.