La españolez, en sentido propio, es la condición de quien se siente rabiosamente español. Dícese así por la intensidad máxima del sentimiento de lo español, o la alta excitación cardíaca que produce la palabra España. En sentido más elaborado, dícese de la condición que posee aquel que atribuye a las cosas españolas la mayor calidad, antigüedad, nobleza, prestigio y fama, y todo ello como propiedad esencial o natural de España, «porque la parieron así». La españolez, por tanto, dispensa una bendición universal al pasado y al presente de nuestro país, y atribuirá cualquier distancia crítica respecto de sus asuntos al efecto de la malvada obstinación de envidiosos enemigos que, desde siglos, expresan sus entrañas, corroídas por la envidia, mediante leyendas denigratorias. El resultado natural de vivir en la españolez consiste en un orgullo indiscriminado y a destiempo por las cosas de España, buenas y malas, regulares o peores, y en la permanente disposición a manifestarlo, venga o no al caso.