«Amad aquello que aman los jóvenes, y ellos aprenderán a amar lo que vosotros queréis que amen» (san Juan Bosco)
Los jóvenes son el futuro. Quien los observe bien y los comprenda podrá preverlo. Y Dios cuenta con ellos para seguir difundiendo por todo el mundo su mensaje redentor de amor. Por tanto, ¿cuál sería el mejor camino para presentarles a ese Dios, para abrir sus corazones a la trascendencia? ¿Cómo transmitirles lo que no es susceptible de decir tan solo con palabras? ¿Cómo hablarles de lo invisible, de lo infinito?
Cuatro características claves en sus vidas, la fragilidad, el grupo (donde forjan sus amistades), la autenticidad y la alegría, se nos presentan como la puerta por la que más fácilmente puede abrirse paso en sus vidas la idea de Dios.
«Da vértigo sentirte tan reflejada en muchas de estas páginas» (@pati.te)