Este es un ensayo sobre la porosidad, sobre el gozoso retozar de lo sagrado y lo profano. Sobre esa frontera permeable entre la carne de las ciruelas y lo intangible, sobre la alteración de la morfología del espíritu ante lo que se estruja entre las manos. Es un ensayo con variaciones sobre las diversas formas de acomodar lo salvaje, el desbordamiento de lo sublime, la naturaleza, el animal memoria y el sentido de infinito. Es una lectura de la obra poética de Marosa di Giorgio, pero también el fotograma de una correspondencia contenida, fragmentaria y caprichosa, continuamente interrumpida y nuevamente retomada, con las voces de otros seres afines que, a lo largo de la historia, han creído en la posibilidad de arrebatarle a lo sensible el monopolio de lo real para repartirlo entre lo alucinado y lo visionario, lo poético y lo ficcionalizado, y construir con ello la propia morada, cimentada en el suelo fértil del deseo.