«Un grito, uno solo, y Makeda fue desgarrada para siempre». Makeda fue víctima, como muchas más, de prácticas brutales fruto de tradiciones arraigadas.
Creencias que pasan de generación en generación y que se afirman en la creencia de que, si no te purificas, eres una puta, una mala mujer a la que miran los hombres, si te maquillas o no vistes ropas tradicionales.
Por estas razones, esa mañana, Makeda se somete al proceso de purificación, aunque no sepa muy bien qué es una puta. Ningún detalle sobre «su fiesta», esa que cambiará su vida para siempre, y que no iba a ser fácil para ella. Una vida escrita por otros, por las tradiciones, pero hay luz al final del túnel, hay una manera de vengarse, de renacer.