Vivimos tiempos de creciente polarización política, encerrados en cámaras de eco. Las redes sociales y la dispersa atomización de los medios de comunicación hacen el debate público cada vez más tenso y beligerante. Pero la apuesta ilustrada por la democracia liberal sugiere que nuestros destinos políticos deberían conducirse por un debate público sano. Sin embargo el debate público se ve aplastado por el ruido. El problema de la comunicación no es ya pragmático, sino semántico. Combinando erudición y sensatez, La guerra de las palabras ofrece diversos puntos de vista y enfoques que consiguen atrapar a un amplio número de lectores. A través de una perspectiva económica permite, además. comprender los problemas distributivos que plantea la globalización, y la mejor manera de enfrentarse a los dilemas morales que esta presenta