Tradicionalmente se ha considerado que el resultado de la batalla de Trafalgar implicó el fin del imperio español, pero lo cierto es que la explotación del éxito por parte de los vencedores dejó que desear, con los sucesivos desastres de la expedición de Miranda en la Tierra Firme y las dos derrotas británicas en sus intentos de apoderarse del Río de la Plata. El hecho decisivo fue, sin embargo, las abdicaciones de Bayona y la invasión napoleónica subsiguiente, con la ruptura de una alianza hispanofrancesa ya secular, solo explicable por las ambiciones napoleónicas, que contaban con la facilidad de "satelizar" un país en franca decadencia e incapaz de ofrecer una seria resistencia. Lo cierto fue que la resistencia popular a la invasión creó la "úlcera española", el primer gran desafío al expansionismo napoleónico, desde Cádiz a la batalla de Bailén y las guerrillas, con el apoyo decisivo del Imperio Británico, que, sin embargo, atendió a sus propios intereses apoyando claramente la "Emancipación Americana", una vez fracasados sus planes anteriores para el dominio directo. A ello se unieron las disensiones i