Este libro quiere ser un amplio comentario a «Los libros del Tao». Sin pretensiones de manual, ni práctico ni teórico, sino una mera y modesta exposición, una serie de reflexiones en torno a las enseñanzas de Lao tse, el Anciano Maestro, para compartir con otros buscadores peregrinos del universo mental. Los interesados podrán elegir el método o el arte de ponerlas en práctica, si no lo han encontrado ya. El libro va dirigido a los creyentes (en Dios, en la sola materia, en la ciencia, en el dinero, en los medios, en las redes, en sí mismos…) y a los que no creen absolutamente en nada, es decir a los que ni creen ni dejan de creer. A estos últimos sírvanos de alivio y solaz. Ojalá.
Ruta de la Seda, Ruta del Silencio. Espacios inmensos y luminosos, y cielos cuajados de brillantes estrellas en las noches serenas. Un día el Anciano aparece en la frontera, en el lugar donde las caravanas inician su jornada por la Gran Ruta del Oeste. Hastiado de aquella sociedad ha decidido irse a otras tierras, a las tierras donde se pone el sol. Requerido por el guardián de la frontera, le dicta un texto en el que resume las enseñanzas de Tao. Luego cruza la Puerta y se aleja. ¿Hasta dónde llegó? Vivió en silencio, como uno más, y en el silencio desapareció.
Han pasado más de dos mil años, siglo xxi. El Anciano ha vuelto a peregrinar hacia el Sol poniente. ¿A enseñar la sabiduría? Otros dicen que a buscarla. Y ha llegado, al «Lejano Oeste». Y ha descubierto que no es un «Sabio Oeste», sino un hedonista «Salvaje Oeste», donde se sacrifica a un dios (o diosa) todopoderoso llamado Mammón (eufemísticamente, «Mercado», «Economía»). El Anciano «ha arrojado el libro de sus manos, y lo ha roto»; y se ha dado la vuelta después de sacudir el polvo de sus sandalias, sin hacer ruido, sin decir nada. Silencio.