AC/DC sigue siendo, de entre todos los precursores de la era del metal, uno de los
grupos de rock (puro y duro) más taquilleros de todos los tiempos. Sobre sus primeros
tientos profesionales, no hay aproximación como la que nos brindan las memorias de
su primer bajista oficial, habida cuenta de la muy reservada naturaleza de la panda
que —según refiere el propio autor— trae causa de su acreditada aversión al postureo. Evans, coautor material e intelectual de semejante disturbio sonoro, nos permite revivir cuanto se cocía entre bastidores, al tiempo que traza las semblanzas de cinco músicos entregados por entero a su consagración como roqueros, sin que puedan sustraerse a los males que aquejan a tantas bandas y son causa de enconos, reyertas y despidos: el mal gobierno de la fama, la depredación sexual, la apología y sublimación de una épica de la autodestrucción, y el culto al rock (por el rock) del artista tardoadolescente. Sin renunciar a la autocrítica, el exbajista alza el velo de secretismo que se cernía sobre esos primeros años y nos revela cómo funcionaba el engranaje de tan poderosa maquinaria.
El humor con denominación de origen aussie y su innato don para la crónica ponen el resto —al compás de las vivencias compartidas con tan ilustre quinteto de
música de cámara cervecera—.
La ambiciosa aproximación de Tick desgrana la carrera de la artista con nuevos hallazgos que ponen de manifiesto la obsolescencia de la visión tradicional que segregaba al jazz vocal de la corriente principal del género: la instrumental. Mientras surcaba las procelosas aguas de la industria discográfica que la llevaban del jazz al pop, la cantante pudo echar mano de un amplísimo abanico de recursos que la convertirían en una de las pioneras del jazz vocal modernista con un repertorio asombrosamente diverso. Gracias a la recuperación de canciones perdidas, reseñas procedentes de medios afroamericanos y prensa local silenciada por los popes de la crítica —racista hasta en la selección de sus fuentes—, material de archivo en colecciones privadas y grabaciones que no han visto aún la luz del día, esta intrépida e infatigable historiadora revela cómo Lady Ella dejó su indeleble impronta en actuaciones tanto o más significativas que sus propios registros fonográficos en estudio.
Una exhaustiva celebración de la vida y obra de la prodigiosa artista que estableció un estándar de excelencia sin parangón en la canción popular norteamericana.