El American Way of Life en la España de entreguerras. «Cuando a finales de 1931 Iliá Ehrenburg llega al corazón de Madrid, hace un descubrimiento sensacional: ¡La Gran Vía es Nueva York!». Tras la Primera Guerra Mundial, la influencia estadounidense se extendió por todo el mundo, y España estuvo lejos de ser una excepción. En un momento de intensa modernización de la sociedad, la irrupción de la cultura de masas norteamericana despertó una pasión súbita. Para muchos españoles nacidos con el siglo, Yanquilandia, como llamó Unamuno al antiguo enemigo del 98, se convirtió en modelo de civilización y conformó decisivamente su visión del mundo. Los emigrantes transmitieron en sus cartas y fotografías la imagen de Estados Unidos como una tierra prometida, llena de avances técnicos y sociales, y los arquitectos construyeron rascacielos -o «rascacielitos»- que pretendían imitar a los de Nueva York y Chicago.Juan Francisco Fuentes describe brillantemente el espíritu de los «felices veinte», una época marcada, pese al nacionalismo y el puritanismo oficiales, por el hedonismo, la libertad y la fascinación por el American way of life. En España se bailaba el foxtrot y el charlestón, triunfaban el jazz y las marcas americanas y causaban furor las estrellas del cine mudo, como Charles Chaplin y Buster Keaton, tema de inspiración de las vanguardias artísticas y literarias y, en especial, de la Generación del 27. Este idilio con Estados Unidos, que afectó también a la izquierda, incluso en plena Guerra Civil, es un fenómeno tan revelador como poco conocido, que nos devuelve a un tiempo más complejo, y a veces más divertido, de lo que nos han contado.