El Tao no es otra cosa que el Sendero que todos y cada uno de nosotros recorremos todos los días de nuestra vida, muchas veces sin darnos cuenta y llenos de fe y de creencias, e incluso de amor y bondad, que no logran llenar nuestros vacíos internos. Lao Tse, su fundador, nos dice que todo aquello que se puede nombrar no es más que una pálida sombra de lo verdadero, que más que buscarlo e intentar comprenderlo, hay que caminar sobre él de manera consciente, y lo demás se dará por sí solo, porque de hecho el Todo y la Nada están y son y no-son desde un principio en nuestro sendero. No hace falta saberlo ni creerlo, con ser consciente de que estás en el Tao, tu propio Sendero, es tanto como ser consciente de que ya estás en la Eternidad. El Tao es, por tanto, para la vida diaria y no solo para monjes y creyentes retirados en alguna Montaña Sagrada. Si sigues el Tao, tu propio sendero, podrás vivir cien años con perfecta salud y hacer el cambio a otra existencia satisfecho, o satisfecha, sin temor y en completa armonía y tranquilidad.