Este no es un libro más sobre el TDAH: no ofrece mágicas recetas para conseguir que niños y niñas se
adapten, rindan más, piensen y se comporten mejor, aprendan a controlar sus impulsos y expresen sus emociones de manera
"sana". No asume de entrada que los pequeños hagan las cosas "mal" porque carecen de recursos, tienen un defecto en sus
cerebros o están mal programados genéticamente. Partiendo de un enfoque verdaderamente preventivo, centrado en la
promoción de la salud, y adoptando una perspectiva pluridisciplinar, la autora da un vuelco a los planteamientos
convencionales y se pregunta hasta qué punto el trastorno puede considerarse una enfermedad infantil o bien el
resultado de las insanas condiciones de vida que les impone la sociedad moderna.